Uno de los últimos puntos que trata es el caso de los docentes que se han capacitado, pero no tienen acceso a la tecnología dentro de los puestos de trabajo. Esa soy yo, pensé. Capacidad aprendida que no se pone en juego, se erosiona, dice Palamidessi.
Tal vez haya llegado para mí, el momento de poner en juego lo que aprendí y lo que seguiré aprendiendo. El momento de interactuar con la tecnología dentro dentro de la escuela.
Ayer me entregaron el cronograma para que use el laboratorio de computación en la escuela. Dos clases por mes. Comienzo el 22. No es mucho, pero es un gran avance. Sobre todo, porque implica el reconocimiento institucional de que las CPUs y las pantallas encerradas en el último piso del colegio pueden ser algo más que el objeto de estudio de una materia.
Con qué me voy a encontrar es otro tema. No sé si ir mañana a explorar, o esperar un poco más y seguir ilusionada.
No me voy a encontrar con esto.
Pero tampoco con esto.
Estoy contenta, sea cual sea el estado de las computadoras. Es el resultado de un año lucha, lucha solitaria, pero persistente, con una estrategia basada en el trabajo y la capacitación.
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